Lo que comenzó hace unas décadas como un contenido divertido de televisión llamado La guerra de los sexos, en la que hombres y mujeres se enfrentaban a juegos para saber quién obtenía más puntos, al parecer nos está cobrando una factura cultural bastante alta. Me pregunto: este modelo de concurso televisivo que aún se aplica en algunos morning shows, ¿ese tipo de dinámicas y qué tanto aportan a la sociedad? Habrá una explicación al ¿Por qué los hombres esconden sus emociones?
Hoy más que nunca veo hombres y mujeres que no logran entenderse. Como si por ser polos opuestos vivieran en guerra. Aunque el título del popular libro de John Gray Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus tiene razón, esa realidad no tiene por qué ser algo negativo. Lo que la cultura interpreta como rivalidad, competencia o defecto, en el diseño original está pensado como complemento.
Dios creador nos hizo como dos ingredientes diferentes que, al unirse, forman un sabor único e inesperado; así como el caramelo salado o el pie de limón. Entendernos entre hombres y mujeres es algo que siempre hemos soñado. ¿Cómo lograrlo? La mejor herramienta ha sido siempre la comunicación que no pretende convencer, sino que hace preguntas con la genuina intención de escuchar la respuesta del otro.
Ese fue el ejercicio que apliqué para escribir este artículo, que busca comprender mejor el corazón masculino y responder a la gran pregunta: ¿por qué los hombres esconden sus emociones?
La armadura del alma
Lo primero que quise saber fue ¿por qué los hombres esconden sus emociones? Santiago se refirió a su experiencia con Laurita:
“¡Hablo por mí! En esos momentos en los que me muestro débil, siento que estoy fallando como el protector del hogar, así fui criado por mi abuelo y es lo que veía en la casa… es algo que uno tiende a repetir. En los 20 años que llevamos juntos, mi esposa me ha enseñado a mostrar lo que siento. Los hombres tenemos mucho por compartir pero a veces nos da como miedito. Nos tragamos lo que sentimos hasta que de un momento a otro nos da un ataque de estrés que no sabes de dónde salió. Estoy aprendiendo a canalizar esas emociones, ahora sé que es mejor decir con libertad lo que siento inmediatamente y no callar nada. Prefiero pasar por un momento incómodo que acumular estrés”.
También quise sacar partido de la profesión del doctor Monroy para entender: ¿por qué si se dice que los hombres son básicos, las mujeres no terminamos de entenderlos?
Su respuesta me recordó que generalizar es un error muy común:
“Hay diferencias en el funcionamiento del cerebro de hombres y mujeres. Las mujeres tienen más conexiones neuronales entre los dos hemisferios, lo que les permite conectar fácilmente las emociones con las acciones. Los hombres, aunque sentimos lo mismo que ustedes, nos concentramos en la solución. Venimos programados para resolver, y muchas veces ustedes necesitan ser escuchadas y ahondar en lo que sienten”.
Es que en el romance, además de química y física, también está la biología. Algo que solemos olvidar.
Emociones profundas y dolor compartido
Ya que hablábamos de intensidad emocional, me arriesgué a tocar el delicado tema de la infertilidad y la pérdida de hijos. Con todo el cuidado de quien ha pasado por ese oscuro dolor, pregunté: ¿por qué los hombres esconden sus emociones en situaciones como esta, mientras a la mujer le afecta más visiblemente?
Las respuestas me sorprendieron.
Santiago dijo:
“Cuando a mi esposa la atacan con comentarios respecto a este tema, yo me concentro en protegerla. No es que no me duela, pero creo que nosotros no podemos igualar la conexión de una mujer con el bebé que lleva dentro”.
El doctor también habló desde su experiencia:
“Yo quería proteger a mi esposa, solo cuando estuve a solas me puse a llorar. No es que queramos esconder lo que sentimos, sino que se nos activa el lado protector hacia ustedes. Pensamos que no debemos caer, para poder sostenerlas”.
El misterio del deporte
Como mujer y esposa tengo una teoría sobre el fútbol: creo que la mayoría de los hombres lo aman porque allí se les permite ser tan emocionales como quieran, sin que nadie los tache de “afeminados” o “débiles”. Ninguno de los dos hizo buena cara al escuchar mi teoría. Santiago me contó más de su hobbie:
“Yo todos los lunes juego, mi equipo se llama “los barrigones”. No hay nada pro, estamos corriendo detrás de un balón. Es un momento en el cual hablamos un mismo idioma sin palabras. No sé cómo explicarlo porque es muy loco. Uno de mis planes favoritos del domingo es estar en casa, poner un partido de fútbol, así no me guste el equipo. Así conecto con algo que crecí haciendo”.
Oscar, como doctor, complementó lo dicho por Santiago con argumentos científicos:
“El hombre, desde su estructura cerebral, está vinculado a la competitividad y a la necesidad de conseguir un logro. A los hombres nos emociona competir, y en general los deportes nos permiten ver o jugar una competencia en la que no le hacemos daño a nadie”.
¿Tú qué piensas? ¿Con cuál teoría te identificas más? Yo creo que las tres se pueden combinar. En el fútbol y los deportes, los hombres compiten sabiendo que no están en riesgo. Como jugar a la guerra, pero divirtiéndose. Este debe ser el idioma que menciona Santiago: “juguemos a competir a muerte, sin hacernos daño”. En ese juego, los hombres dejan de esconder sus emociones.
Consejo vs. cantaleta
Después de tanto dialogar, ¡al fin! pude llegar a la pregunta que siempre he tenido: ¿por qué si el amigo lo dice es consejo, pero si lo dice la esposa les suena a cantaleta? Santiago no dudó ni un momento:
“Porque el amigo te la dice una sola vez y ya. Ustedes lo dicen muchas veces. La primera uno lo toma, la segunda ya comienza a entrar en reversa, ¡a la tercera ya es cantaleta! Un consejo dicho tres veces ya es cantaleta para mí. El amigo lo dice una sola vez y se va, entonces uno se queda pensándolo”.
El doctor Monroy se tomó su tiempo y reveló algo del cerebro masculino que muchas desconocemos:
“Ante las situaciones que generan estrés, mientras las mujeres segregan oxitocina, los hombres segregamos testosterona, eso produce respuestas diferentes ante una misma situación. Si te das cuenta, normalmente las mujeres hacen referencia a detalles del pasado, eso no pasa con los amigos, los amigos van al punto. Ante el típico reclamo por un detalle del pasado, el cerebro masculino lo que piensa es: “no hay solución para esto, perdóname y déjalo, porque no lo puedo resolver”. Cuando insisten, se activa la amígdala cerebral que hace que el hombre se sienta estresado y reaccione a la defensiva”.
Un llamado a construir puentes
¿Por qué los hombres esconden sus emociones? Porque muchas veces no saben cómo expresarlas en un entorno que los juzga. Pero están dispuestos a comprender. Nosotras, desde nuestro diseño, tenemos la capacidad para edificar relaciones sólidas con sabiduría, amor y disfrute.
Para construir una generación sin guerra de sexos, le diría a la mujer que no tenemos que cobrarle a nuestra pareja una deuda histórica. No es necesario reaccionar de forma defensiva ante cualquier actitud, palabra o comentario que un hombre nos diga.
Bajemos un poco las armas del corazón y comencemos a construir puentes que nos permitan complementarnos. Eso no solo nos beneficiaría a nosotros, sino también a la siguiente generación, que de tanto vernos pelear parece estarse negando a vivir una linda historia de amor.