La vida de Timothy Ecklebarger no siempre fue la del presidente de una de las editoriales cristianas en español más grandes del mundo. De no ser por los tatuajes en su rostro, cuello y brazos, pocos creerían que ese hombre, esposo y padre que viste camisa y saco, y que cumple con su agenda ministerial y ejecutiva, estuvo en la cárcel cumpliendo una condena por delitos relacionados con drogas y actos contra la propiedad.
No le gusta hablar sobre los detalles que lo llevaron a prisión. “Me niego a glorificar el pecado”, afirma, porque su historia no es algo que lo enorgullezca. Sin embargo, siempre está dispuesto a compartir lo que Dios hizo por él para demostrar, con su vida, que no existe un lugar tan bajo u oscuro al que Dios no pueda llegar con su amor.
Tim, como se le conoce a este californiano, conoció las historias bíblicas desde niño. Su padre, David Ecklebarger, misionero y fundador de la editorial Unilit, lo adoptó al nacer. Aunque aceptó a Jesús en su corazón a los seis años, recuerda:“Desde ese día y hasta que cumplí 40 años caminé en dirección completamente opuesta a Dios”.
Faltaban un par de días para la celebración de Acción de Gracias de 2006 y se sentía en el hoyo más profundo al que un ser humano pudiera llegar. En una celda de cemento de 8×10, completamente solo, se puso de rodillas y comenzó a orar, rindiéndose a Dios. Ese fue el comienzo de un constante camino de rendición que cambió su vida por completo.
Servir a Dios donde fuera necesario fue su compromiso. Dos años después, se unió al equipo de ventas de Spanish House Ministries con la misión de convencer a las librerías anglo de Estados Unidos de que incluyeran libros y Biblias en español en sus estantes. Muy rápido, logró aumentar las ventas en más del cien por ciento.
Cuatro años después, y de manera simultánea a la transformación que Dios obraba en su vida a través de su rendición constante, su pasión por el ministerio evangélico y su compromiso con los hispanohablantes lo llevaron a ser nombrado vicepresidente ejecutivo de Unilit en 2012. Cinco años más tarde, fue designado como presidente de la compañía por su padre, quien confió en su capacidad para liderar el futuro de la empresa que él mismo había fundado.
Pudimos conversar sobre su visión de la labor editorial y la importancia de la literatura cristiana como herramienta para la difusión del Evangelio durante uno de sus viajes a Bogotá. Es un hombre fuerte, de rasgos hispanos, pero con una crianza norteamericana inocultable. No tiene problema en expresar sus convicciones, aunque prefiere ser reservado respecto a su vida personal. Viste formal en entornos laborales, pero no le impresionan las apariencias.
Su época favorita del año es la Navidad, aunque lamenta que el verdadero significado de esta se haya visto viciado por intereses comerciales. En cambio, el Año Nuevo no significa nada para él; es un día más. Recuerda con franqueza:
“No hago resoluciones ni nada por el estilo porque sé que es algo que no perdura”.
No es que se crea por encima del bien y del mal, sino que ha aprendido que el secreto para ser más como Jesús está en rendirse a él tantas veces como sea necesario. Esto es, para la vida de un cristiano, algo tan esencial como respirar. Dejamos lo mejor de nuestra charla a continuación.
¿Qué mensaje le darías a alguien que se siente incapaz de cambiar?
He estado en esa situación. Lo primero es no pensar que solo el Año Nuevo es el momento para cambiar. Con Cristo no existe lo imposible. No puedes estar demasiado bajo o haber pecado demasiado como para que Él no te perdone. No importa quién seas o lo que hayas hecho, Cristo está ahí con los brazos abiertos, esperando a que te rindas. No hay tal cosa como estar demasiado lejos de Dios. Solo debes acudir a Él y rendirte. Él ya está ahí; solo está esperando por ti.
¿Cuántas veces crees que debe rendirse alguien para estar en relación con Dios?
Esa es una excelente pregunta. La rendición debe ser constante, momento a momento. Conozco personas que han puesto una alarma en su reloj para recordar rendirse cada hora. La rendición debe ser continua, segundo a segundo, porque, si estamos vivos, estamos fallando. Así que, en mi creencia, debemos rendirnos continuamente.
¿Qué significa para ti la literatura cristiana?
Para mí la Biblia es la palabra viva de Dios. Nuestra guía, está viva, es vida. Creo que, independientemente de la industria en la que estemos, deberíamos tratar de difundir el Evangelio. La palabra de Dios es la clave para lograr esto.
En cuanto a la literatura, es importante que siempre complemente la palabra de Dios, que sea veraz y basada en las Escrituras. Pero nuestra obligación como editores, y mi obligación, es proporcionar recursos que ayuden a difundir el Evangelio y a que las personas comprendan mejor lo que leen en la Biblia.
¿Qué es lo que diferencia a un creyente de un no creyente cuando lee la Biblia?
Creo que la diferencia radica en la relación personal con Cristo. La Biblia, para alguien que no cree, puede parecer una historia fantástica, porque algunas partes son impresionantes. Pero la relación personal con Cristo es lo que marca la diferencia.
Aceptar el mayor regalo que jamás se ha dado, que es ser hijo de Dios y estar bajo su cuidado de forma consciente, es clave. Decir “Señor, sálvame” sin intención de rendirse son solo palabras que no llevan a nada. La verdadera diferencia es la rendición genuina y el comienzo de esa relación personal con Cristo.
¿Qué historia de la Biblia te ha inspirado más?
Hay tantas historias increíbles, pero una que realmente me toca es la del hijo pródigo. Mi padre siempre la menciona cuando habla de mi testimonio. El hecho de que el padre lo reciba de vuelta con los brazos abiertos me conmueve profundamente. Es una historia que se relaciona mucho con mi vida.
También me gusta mucho la historia de David, un hombre conforme al corazón de Dios.
¿Qué libros han hecho parte de tu historia?
Hay varios que han tenido un gran impacto en mí. Uno que leí muchas veces fue Rompiendo las cadenas de Neil Anderson. Lo leí más de 20 veces. También Una vida con propósito de Rick Warren, uno de los mejores libros modernos. Me encanta cómo escribe Rick Warren, porque te da instrucciones claras y prácticas para la vida cristiana, algo que a menudo falta en muchos sermones y libros.
Otro gran libro es En pos de lo supremo de Oswald Chambers, un devocional clásico que ofrece verdadera instrucción.
¿Cómo ha sido ser esposo y padre después de ser pródigo?
Ser el hijo pródigo es difícil, es incómodo y humillante. Especialmente cuando eres mayor, como en mi caso, y regresas a casa de tus padres. Pero es importante mantener a Cristo en el centro de todo.
Ahora que tengo mi propia familia, nos aseguramos de mantener a Cristo en el centro de todo. Mi esposa y yo acordamos que Cristo debe estar en el centro de nuestro matrimonio y familia. Es mi responsabilidad como cabeza de hogar asegurarme de que sigamos enfocados en Él. Y si alguna vez algo nos distrae, rápidamente tratamos de corregirlo, porque tan pronto apartas a Cristo del centro, las cosas empiezan a ir mal.
¿Cuáles son las principales mentiras que enfrentaste al decidir rendirte a Dios?
Te diré algunas de las mentiras que he experimentado en mi decisión de rendirme a Dios. La primera es que piensas que no puedes ser perdonado, que has hecho demasiado mal. El enemigo quiere que creas que no eres digno de perdón.
Otra mentira es que, incluso después de rendirse a Cristo, el diablo sigue lanzándote pensamientos negativos, tentaciones y dudas. Esa negatividad es otra gran mentira. Luego están las tentaciones mismas, que parecen buenas en el momento, pero son engañosas y llevan al desastre.
La cuarta es pensar que puedes hacer pequeñas cosas malas porque Dios te perdonará. Esas pequeñas concesiones nos alejan lentamente de Dios.
Destacados
Con Cristo no existe lo imposible. No puedes estar demasiado bajo o haber pecado demasiado como para que Él no te perdone.
La rendición debe ser constante, momento a momento. Conozco personas que han puesto una alarma en su reloj para recordar rendirse cada hora.
Ser el hijo pródigo es difícil, es incómodo y humillante. Especialmente cuando eres mayor, como en mi caso, y regresas a casa de tus padres. Pero es importante mantener a Cristo en el centro de todo.