Algunos centennials quizá tarareen todavía algunas canciones del Arca de Salvación, Cara a Cara o Buscadme y Viviréis, pero, aunque es verdad que Vidal no ha dejado de lanzar música ni de recibir reconocimientos —entre los cuales destacan dos Grammy Latinos—, ha enfocado su energía más en la labor ministerial, pastoreando la iglesia Salem en Madrid, que en la promoción de su música. Sus letras siguen allí, pero ahora se pueden disfrutar también en forma de libros, sermones y entrevistas. Son igual de abnegadas, pero, con los años, han madurado y admitido que, aunque no todo en la vida cristiana ha sido como se esperaba, Aquí Estamos, sostenidos y firmes a su lado, como ha titulado a su más reciente libro.
Pudimos compartir un momento con este alemán nacionalizado español, que se describe a sí mismo como un esposo, un padre y un pastor. Nos contó que su época favorita del año, desde que era niño, es la Navidad, porque todas las personas parecen esforzarse en ser más como Jesús. A él no le importa mucho qué haya para cenar, ya sea pato, como en Alemania; cordero, como en España; lechón, como en Puerto Rico, o pavo, como en Norteamérica. Lo más importante para él es estar con su familia, porque, a pesar de que viaja mucho, en Navidad siempre se queda en casa.
Como muchos, ha aprendido a luchar contra la procrastinación y el burnout de estos tiempos. Notamos que es muy sencillo en su manera de vestir, le encanta bromear con los niños, aunque puede parecer callado con los adultos. Los elogios no lo elevan, y, sin duda, su tema favorito es Jesús.
Lee aquí algo de lo que conversamos con él sobre lo que significa seguir a Jesús en la actualidad.
¿Cuál crees que es el mayor obstáculo para seguir a Jesús en la actualidad?
Para mí, uno de los mayores obstáculos que muchos enfrentan al seguir a Cristo es que lo han confundido con una profesión, cuando en realidad es una vocación. Es una respuesta a un llamado, no un simple empleo. Esa es una tensión: comprender que estamos sirviendo a Cristo no por la remuneración económica o el reconocimiento, sino porque Él, quien nos llamó, es digno. Nos salvó la vida, y le seguimos por gratitud.
Entender la diferencia entre estos dos conceptos cambia muchas cosas, ya que no tienes la expectativa de recibir una recompensa concreta. Lo haces por amor a la persona, por entrega, compromiso y en respuesta a un llamado, no esperando obtener algo a cambio. Ese es el cambio fundamental: una mentalidad basada en la vocación.
Entonces, ¿esas personas que no tienen un trabajo dentro de un ministerio o una iglesia pueden responder al llamado de seguir a Jesús en las mismas proporciones?
El error está en pensar que el ministerio significa alcanzar cierto nivel económico o reconocimiento secular o social. Creo que una madre es tan sierva del Señor Jesucristo como cualquier otra persona en el campo en el que se desempeñe. Si está criando a sus hijos, si está realizando labores domésticas, si es panadera o zapatera, está sirviendo al Señor de igual manera. No importa si eres abogado, médico, pastor o tienes cualquier otra profesión.
No creo que unos sirvan más que otros; simplemente son labores diferentes. Todos necesitamos ganarnos la vida de alguna manera, pero, antes de nuestra profesión, somos hijos de Dios, somos cristianos. Y, si somos hijos de Dios, hemos sido llamados a seguirle y servirle en el ámbito donde nos encontremos. Puedes ser una madre, un estudiante, un doctor, un abogado, un zapatero o un recolector de basura, pero, antes que nada, eres cristiano.
En ese entorno, llegarás a personas y cubrirás áreas que otros no pueden. Al final, ese es el plan del Evangelio: Jesucristo vino a nosotros, y la idea es que el Evangelio penetre todas las capas de la sociedad.
¿Qué opinas de esas ocasiones en las que es nuestra propia mente o nuestros razonamientos los que se oponen al caminar con Cristo?
Es evidente: mis emociones, mi razón y mi opinión son mías; pero, cuando se trata de lo que dice la palabra de Dios, es diferente. Si la palabra dice una cosa y mi razón dice otra, tengo que decidir a quién le voy a hacer caso. Si la palabra de Dios dice “blanco” y mi razón dice “negro”, tengo que elegir entre seguir la palabra de Dios o seguir mis propios pensamientos y emociones.
La verdad es que, si Dios es Dios, entonces mi opinión es irrelevante. Para mí, la palabra de Dios está por encima de mis propios planes, tendencias, apetencias o preferencias.
También es cierto que hay quienes siguieron a Cristo durante un tiempo, pero luego decidieron hacer su vida lejos y ahora, quizá, desean regresar.
A los famosos hijos pródigos… Creo que quienes en algún momento han recibido el Evangelio, por más lejos que se vayan, siempre conservan en su interior el recuerdo de la verdad que se sembró. A los padres de estos hijos pródigos, o a quienes los hemos visto alejarse, nos queda orar, esperar y nunca dejar de amarlos. Que sepan que siempre pueden regresar. Que, aunque hayan cometido errores o tomado malas decisiones, al regresar encontrarán brazos abiertos.
No porque hayan fallado ya no pueden seguir a Cristo. Todos cometemos errores. Mira a Pedro: negó a Jesús y, aun así, el Señor lo levantó y lo convirtió en un líder impresionante de la Iglesia. Entonces, ¿qué decirles? Claro que pueden regresar, siempre que lo deseen.
Aprender a soportar la persecución es parte de lo que implica seguir a Jesús. ¿Cómo has vivido esto?
La persecución tiene muchas formas. A veces es extrema, como decapitar o torturar a alguien. Pero, en otras ocasiones, es más sutil, como el bullying que pocos notan, pero que está ahí. España es, en teoría, un país libre, pero es evidente que, cuando intentas predicar el Evangelio, te pueden poner mil trabas administrativas que, aunque justificadas, al final también son persecución. Como dice el refrán: “Es el mismo perro con diferente collar”.
Pablo le dijo a Timoteo que todos los que quieran vivir piadosamente padecerán persecución. No es sabio pensar que podemos librarnos de eso; vivimos en un mundo hostil, anticristiano, que no va a reaccionar bien al Evangelio. Pero no estamos aquí para hacer amigos, sino para predicar el Evangelio, y eso inevitablemente traerá algún tipo de persecución.
Puede que esta persecución ocurra desde la misma familia biológica si no comprenden o aceptan tu fe.
Entiendo que somos responsables de cuidar nuestras relaciones familiares terrenales, pero también debemos ser sabios para reconocer que la familia espiritual está por encima de la terrenal. Los lazos espirituales son más fuertes y duraderos que los terrenales. La familia biológica es circunstancial, limitada a la duración de nuestra vida en la Tierra, mientras que la familia espiritual es eterna. Estaremos unidos por el Señor para siempre.
Por eso, es más valioso sembrar en lo que es eterno que en lo que es temporal. No es fácil. El dilema, y también el éxito, está en entender el nivel de importancia. Jesús lo hizo y lo mostró claramente. Él tenía una familia terrenal a la que amaba, pero nunca permitió que eso obstaculizara su ministerio espiritual.
Puede que la persecución o la incomprensión se vean impulsadas porque el concepto de pecado y de culpa, tal como lo muestra el Evangelio, no están bien vistos.
Sí, en la psicología moderna se enseña a culpar a otros. Todo está orientado a que no te sientas mal y a que te sientas bien contigo mismo. Sin embargo, el Evangelio es confrontativo porque te muestra que estás mal y que necesitas un Salvador.
Debemos empezar por ahí. Cuando vemos a Cristo como nuestro Salvador, todo cambia desde esa perspectiva.
Una parte de tu libro habla de la persona de Jesús, alguien que, para nuestra sociedad, puede tomar muchas facetas.
Me parece fascinante que a Cristo se le atribuyan muchas facetas, porque Él abarca mucho más de lo que podemos imaginar. Que pueda llegar a otros en diferentes formas, en distintos idiomas y a diversos grupos sociales a los que quizás tú y yo no llegaríamos, es increíble.
Sin embargo, para la Iglesia es fundamental entender que Él es el Salvador del mundo. Es el Hijo de Dios. Sin Él, no podemos llegar al Padre; no hay salvación sin Él. Esto es lo que debemos resaltar. Luego, claro, puede ser nuestro amigo, nuestro mayor ejemplo, puede ser muchas cosas: el que hace milagros, el que caminó sobre el agua. Pero, sobre todo, es nuestro Salvador y Señor.
Si no comenzamos desde ahí, solo lo admiramos. Hay muchos teólogos que saben de Cristo, personas que lo admiran; algunos incluso dicen que fue el primer comunista. Lo admiran, pero no tienen una relación con Él como su Salvador personal, y eso es lo básico.
FRASE DESTACADA #1: “Hay tiempos mejores y peores, pero creo que hay situaciones muy tensas en las que tienes que demostrar que realmente crees lo que dices creer”.
FRASE DESTACADA #3: “Es más valioso sembrar en lo que es eterno que en lo que es temporal”.
FRASE DESTACADA #4: “La palabra de Dios está por encima de mis propios planes, tendencias, apetencias o preferencias”.
FRASE DESTACADA #5: “Vivimos en un mundo hostil, anticristiano, que no va a reaccionar bien al Evangelio. Pero no estamos aquí para hacer amigos, sino para predicar el Evangelio”.