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Paternidad Trendy

Por: Luisa Soriano

Descubre cómo la paternidad se transforma: amor, presencia, legado y nuevos modelos de autoridad que inspiran a toda una generación.
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El papá de antes y el papá de hoy

Antes, cuando un niño dibujaba a su papá, lo hacía con una corbata bien puesta, maletín en mano y cara seria. Así se representaba al “jefe de la casa”, quien salía temprano y regresaba cuando ya era hora de dormir.
Hoy, esos mismos dibujos tienen gorras, hoodies, tenis, jeans y sonrisas grandes. El papá ya no solo da órdenes, también da abrazos. Juega, ríe, se sienta en el piso para armar legos y hasta baila en TikTok. Todo esto lo hace por ver feliz a su hijo.

Con el paso de los años, esta dinámica paternal cambió. La paternidad se rediseñó. Eso no significa que se haya perdido la autoridad. Por el contrario, la paternidad se está transformando en presencia, ejemplo y legado.

Papás virales, padres reales

El papá de hoy no busca parecer perfecto, sino estar presente. Un tipo de paternidad que viene del cielo, como diría Carlos Latorre, un puertorriqueño que siempre soñó con tener una familia grande.
Hoy, además de ser papá, es un influencer que en sus videos hace bromas, juegos y bailes junto a su familia. Sabe que, más allá del entretenimiento, pasar el tiempo con ellos es lo más importante:

“Antes que todo soy padre. No importan las redes, no importa el trabajo ni lo que venga. Yo soy padre primero que nada, y el tiempo con ellos es indispensable.”

Porque ser papá ya no se trata solo de proveer en dinero. Se trata de preguntar: “¿Cómo te fue hoy?” y quedarse a escuchar la respuesta. Armar castillos, dejarse maquillar, colorear, mirar series y cobrar penales, todo eso sin mirar el celular.

“Tener hijos no es un negocio, es un regalo y una bendición. Sí, hay sacrificios, gastos, preocupaciones, y el mundo puede parecer un lugar complicado, pero nada de eso se compara con la dicha de ver crecer a tus hijos”, afirma Latorre.

Donde otros pensarían que están perdiendo el tiempo, este papá sabe que está construyendo confianza, acumulando memorias y sembrando seguridad en el corazón de su hijo. Porque el amor se entrega con atención más que con palabras.

Padres que sanan para dejar un mejor legado

Muchos padres de esta generación han hecho algo valiente y necesario: antes de corregir a sus hijos, aprendieron a corregirse a sí mismos. Han enfrentado su historia, revisado sus heridas y reconocido lo que les dolió, para así no repetirlo.

Carlos Latorre comenta:

“Hijos puede tener cualquiera, pero padre es esa persona que está contigo en todos los momentos, en las buenas y en las malas, en quien puedes confiar y contarle lo que sea. Como padres podemos corregirlos, pero nunca juzgarlos, porque al momento de hacerlo perderemos esa confianza que ellos nos están brindando. Pienso que eso es lo más importante y es lo que estoy fomentando en mis hijos: que ellos vengan a mí, no solamente como a un padre, sino como a un amigo.”

Con cada conversación, un papá deja una huella de amor en el corazón de sus hijos. En cada “estoy orgulloso de ti”, en cada “te perdono” o “lo vamos a intentar otra vez”.
También se trata de crecer con ellos. Conocer los horarios del colegio, los amigos de cada hijo y los temores que habitan en su corazón. Asistir a partidos o presentaciones. Saber qué comidas les gustan, qué series están viendo e incluso cómo contener una tormenta emocional.

Los tenis, los hoodies, las bromas o los juegos no reemplazan el legado. Lo acompañan. Le ponen rostro humano a un amor que, cuando está inspirado en Dios, no necesita disfrazarse de perfección, porque ya está lleno de propósito.

Autoridad con amor, respeto y propósito

Ya no se trata solo de criar hijos obedientes o “perfectos”, sino hijos amados, validados y no condenados. En este nuevo estilo de paternidad, los padres no temen decir “te amo”, no creen que llorar les quita autoridad y han aprendido que la corrección no está peleada con la amabilidad y el amor.

“La autoridad se trata de un equilibrio entre lo que me pasó a mí, la forma en la que me corrigieron y entender el contexto actual de nuestros hijos. Les debemos poner límites claros, pero todo con el respeto”, nos comparte Tarquino.

“Para mí, el respeto es la base de todo, y fue lo que aprendí de mi papá. Por eso, respeto a mi esposa, respeto a mis hijos. He aprendido cuándo corregir a un hijo, que no se me escape mucho de las manos, porque yo vi cómo mi papá trató a mi mamá, y es lo que yo estoy implementando. Yo nunca he sido violento; todo se trata de dialogar”, comenta Latorre.

Hoy, se ha convertido en un referente tanto para padres actuales como para jóvenes que sueñan con tener su familia y le expresan el impacto de sus mensajes.

El verdadero legado no se hereda, se vive

Carlos Latorre tiene claro el legado que quiere dejarles a sus hijos:

“Quiero que sigan mis huellas, lo que yo he hecho. No tanto la fama o lo que he creado, sino yo como persona: el corazón que tengo, el ayudar a los demás. Esto es lo más importante para mí, y es lo que estoy fomentando en ellos, ahora que son pequeños. Además de trazarles el camino del bien, que siempre va a ser Dios, quiero seguir mejorando día a día para que ellos vayan detrás de mí. Ese es el mejor legado que les puedo dar, y les va a servir en muchas experiencias de la vida.”

Alejandro Tarquino también lo tiene claro. Él desea que el legado que Juan y Amelia reciban sea este:

“Que mis hijos sean buenas personas, ya con eso siento que hice mi parte. Que aprendan a valorar a todos por igual, que amen a los demás sin mirar etiquetas y, sobre todo, que conozcan a Dios. Yo crecí conociendo a Jesús, y he vivido muchas historias con Él, cosas que solo puedo explicar como respuestas de amor. Mi deseo es que ellos también lo experimenten. Si llegan a tener una relación con Dios y un corazón bueno, entonces creo que lo logré como papá”.

Lo que de verdad permanece

A veces, en medio de las prisas y los pendientes, puede parecer más fácil darle a un hijo una tablet, un celular o un videojuego. Algo que lo entretenga y lo mantenga “ocupado”.

Aunque esos momentos de distracción son válidos y pueden tener su lugar, lo que de verdad necesita un niño no es una pantalla que lo acompañe, sino un papá que lo mire a los ojos, le dé un abrazo y tenga una conversación sin afán. Una risa compartida sin filtros.


Hoy, cuatro de cada diez jóvenes dicen sentirse solos la mayoría del tiempo. Más de un tercio habla de experimentar ansiedad. Y no es porque estén físicamente solos, sino porque les falta conexión real.

“Todos los recuerdos que más atesoro de mi infancia están ligados a experiencias. Esa es parte de mi filosofía de vida. Con mi papá, los momentos más especiales fueron en un estadio de fútbol; no se me olvidan. Por eso, hoy intento que mis hijos vivan lo mismo: experiencias que se les queden grabadas en el corazón. Me encantaría que el día de mañana, cuando estén en algún lugar, digan: ‘Aquí estuve con mi papá’. Que cada viaje, cada plan juntos, se vuelva un recuerdo imborrable. Así como yo guardo los míos, quiero que ellos también guarden los suyos conmigo”, cuenta Tarquino.

Tal vez el regalo más grande que puede dar un papá no sea el último modelo de teléfono, ni la mejor aplicación para jugar. Es su tiempo, su escucha y su abrazo.

Carlos nos comenta:

“Pasar tiempo con tus hijos es algo de lo que te aseguro no te vas a arrepentir. Si tú se lo puedes dar ahora, nunca te lo van a reclamar”.

Porque la enseñanza que más marca no se da con discursos, sino estando al lado, día tras día.

Esto lo ha visto reflejado Alejandro en su hija Amelia:

“Los hijos le están enseñando a uno todo el tiempo. A veces uno cree que les está formando el carácter a ellos, pero en realidad ellos también están formando el nuestro. Por ejemplo, cuando eran más chiquitos, yo insistía mucho en enseñarles a abrazar, a ser cariñosos, a expresar amor, y hoy lo veo en Amelia, mi partner in crime. Si yo voy a algún lado, ella va conmigo, está lista para todo. Ahí es cuando entiendes que estás cosechando lo que sembraste con amor”.

Ser trendy por dentro

Hoy, ser papá es reírse de uno mismo, preguntar cómo se sienten los hijos y admitir que no todo se sabe, pero que se quiere aprender para mejorar.

Según Carlos Latorre:

“Para quienes piensan que tener hijos es ‘un mal negocio’, les diría que no hay inversión más poderosa que el amor que uno siembra en su familia. Lo que uno entrega, regresa multiplicado en formas que el dinero no puede medir”.

Ser padre trendy no es ser moderno por fuera. Es ser coherente por dentro. Es entender que el éxito no es solo profesional, sino emocional y espiritual. Y, sobre todo, saber que criar hijos en amor, con límites, con valores y con Dios como guía: es una gran inversión.

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